Carles Alfaro y MOMA Teatre son dos nombres propios del teatro valenciano. Si a eso le añadimos la posibilidad de disfrutar de uno de los mejores repartos de esta tierra en el escenario (Rafael Calatayud, Rebeca Valls, Àngel Fígols, Mamen García, Josep Manel Casany y Empar Canet) y un clásico universal como es ‘Tío Vania’ de Anton Chéjov, las expectativas son altas. Es sin duda uno de los montajes más esperados de la temporada, actualmente en el Teatro Rialto de Valencia, del 3 al 21 de febrero, y próximamente en los Teatros del Canal de Madrid, del 9 de marzo al 3 de abril. Tras disfrutar de la obra en el patio de butacas, cumple todas esas expectativas con nota. Dos horas de absoluto disfrute del oficio actoral y la esencia de lo que es y debe ser el teatro, la transmisión de una vivencia a través de una historia, de la verdad de sus personajes y sin artificios vacíos.

Nos trasladamos a una mansión en plena naturaleza. Cambiamos Rusia por África y la recogida del algodón como principal fuente de ingresos de una familia, un microcosmos de aparente calma, una rutina que muestra el paso del tiempo y la decadencia de los personajes, mientras la verdadera tormenta está a punto de llegar. Personajes secundarios en sus propias vidas, incapaces de avanzar o retroceder. Están estancados, inertes y sin posibilidad de esperanza ni nada que les motive. Cada uno lleva su cruz a su manera y sobrevive al tedio y al hastío de cada día, en una paleta perfectamente dibujada de emociones. 


Vania es el personaje principal, epicentro sobre el que giran las historias de la trama, que encarna con maestría y buen oficio Josep Manel Casany, un gran reto interpretativo a muchos niveles, que demuestra por qué es uno de los mejores actores que tenemos. Un trabajo meritorio. Vania es un personaje atormentado, vulnerable, que ve como sus deseos vitales, amorosos y esperanzas futuras no llegan a materializarse nunca. El Doctor es, junto con Sonia, como la voz de la conciencia humana en esta obra, que durante un magistral monólogo junto a  Sonia, y muy bien interpretado por Àngel Fígols, demuestra todas las flaquezas y debilidades del ser humano, su desengaño y su hastío, que le lleva a no querer amar ni ser amado por otra persona. Decide ser un solitario porque está harto y cansado de la gente que le rodea. Lo único que lo mantiene a flote es la belleza y su valor y defensa de la naturaleza.

Mamen García interpreta a la madre de Vania, ‘Mamam’, como le llaman cariñosamente en la obra, es el personaje más vital y risueño del montaje. Mamen García consigue un personaje entrañable  que conecta inmediatamente con el público a través de su presencia y de su música y arte al piano. Cada entrada en escena es un soplo de aire fresco que atenúa momentáneamente el drama que viven el resto de personajes de esta obra. Elena, la mujer del Profesor, es otro de los grandes aciertos de este montaje. Lejos de sumar drama y melancolía al conjunto de la historia, Empar Canet está espléndida, dotando a su personaje de una vitalidad, optimismo y resignación construido a base de oficio y buen hacer, como la tierna escena entre Sonia y ella hablando del Doctor, o sus momentos con el personaje de Vania, que ayudan a conducir la historia, ya que por ella fluyen varias de las tramas importantes del relato. 

Rebeca Valls realiza un trabajo meritorio construyendo una Sonia emocional, valiente, vibrante y cuya arma principal es la fe y la esperanza en vivir. Un personaje consciente de sus complejos y un amor imposible hacia el personaje del Doctor, pero tiene una luminosidad que se agradece como contrapunto al resto de personajes, a destacar el monólogo final con Vania. El Profesor es uno de los grandes aciertos de la obra, interpretado con temple, energía y fuerza por Rafael Calatayud, que demuestra una vez más con su oficio por qué es uno de los mejores intérpretes que tenemos. Consigue un personaje con mucha presencia en escena, al que todos veneran, pero que esconde sus miserias y descontento por su vejez refugiándose en sus escritos. Mención especial a la escena grupal en plena discusión entre su personaje y el de Vania sobre el futuro de la mansión, consiguiendo uno de los mejores momentos emocionales del montaje.


La dirección de Carles Alfaro en la construcción de los personajes y la puesta en escena es impecable. Sin artificios, directa al grano y a contar la historia, en esta versión del clásico adaptado con mucho acierto por Rodolf Sirera. Lo importante son los personajes y qué les pasa en el devenir del relato. Una escenografía sobria y austera, junto con un conciso e íntimo diseño de iluminación, fortalecen el conjunto y lo dotan de contundencia. Es un montaje por y para la historia de esta familia de sueños y esperanzas rotas.

‘VÀNIA’ es un gusto para los amantes del buen teatro, del que está hecho desde el oficio, y que no os debéis perder.


07/02/2016 | VALENCIA. PABLO RICART